¿Por qué es tan importante perdonar?

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Este artículo no ha sido escrito para cambiar tu forma de pensar, sino para que conozcas un poco, de lo mucho que puedes liberarte cuando sueltas lo que te mantiene en una prisión permanente. Se ha escuchado que el perdón nos libera, pero ¿por qué? 


    Si dividimos la palabra perdonar en dos partes, nos encontramos con esto: per-donar. 


    A través del perdón, PERdemos el orgullo, PERdemos la soberbia, PERdemos la ira y DONAmos amor. El amor es la cura de todos los males existentes. 


    Si hay de cierto que el perdón es una decisión personal. Nadie puede obligarnos a sentir lo que no sentimos; pero si es un proceso que vale la pena transitar para sentirnos mejor y evitar enfermarnos. 


    Cuando perdonamos, no estamos liberando a la persona que nos pudo haber hecho algún daño, sino que nos liberamos a nosotros mismos. Esto último, en ocasiones es muy difícil de entender, cuando hemos sido heridos. 


    El perdón es un proceso que debe llevar su tiempo y tomar la decisión cuando estemos preparados. El dolor causado, de alguna u otra forma, no nos permite ver más allá del panorama que tenemos frente a nosotros.


    La manera de poder perdonar, es mirar que el otro tiene sus propias heridas e historia dolorosa; pero esto no es suficiente. Es entender que el rencor nos mantiene en una jaula que nos va consumiendo y restando tranquilidad. Es como que si apagaran lentamente la bombona de oxígeno que nos mantiene vivos. 


    Perdonar no significa olvidar, sino superar. Es imposible pedirle a nuestra mente y corazón, que olvide una situación que ha dejado huellas dolorosas, pero sí pudiera llamarse superación, porque como decisión personal, no queremos seguir siendo esclavos de una circunstancia que ya pasó.


    El perdón conlleva amor, mucho amor. En el momento que perdonamos, cortamos los lazos kármicos que nos unía al agresor, pero quien sale volando no es él o ella, sino nosotros. Perdón es sinónimo de libertad y la sensación es similar a un ave que ha sido privada de su libertad por tantos años y por fin la dejan libre. 


    Cuando nos adentramos al mundo espiritual, comprendemos que no tenemos que perdonar a nadie, porque simplemente nadie nos ha hecho absolutamente nada. Somos nosotros quiénes elegimos a esas almas, que hacen el papel de ''verdugos'', para que en esta encarnación nos recuerden lo que necesitamos aprender para nuestra evolución espiritual. Qué sano es verlo desde este panorama, pero nuestro ego siempre nos engancha en el sufrimiento y queja permanente. ¿Quién quita y sea cierto esto? Tomemos lo que nos funciona y soltemos lo que no nos parece. Aunque a mí me parece muy lógico, porque es la única respuesta a tantas injusticias. Todos son nuestros ''maestros'', aunque nos duela verlo.


    Por otro lado, cuando decodificamos gran parte de las enfermedades existentes, podemos ver que detrás de ellas, se esconde una gran sombra de resentimientos no expresados, o emociones vividas no sanadas. Por lo tanto, allí entra en escena el tan incomprendido perdón. 


    El perdón limpia asuntos inconclusos y cierra episodios dolorosos y difíciles, que roban nuestra energía. Esa energía que podemos invertir en la felicidad. 


    Hay un aspecto muy negativo del rencor, y es que nos mantiene atados al pasado. Quien vive en el pasado, vive eternamente estancado. Es imposible avanzar libremente, cuando estamos apegados al ayer.  No somos culpables de la vida que nos ha tocado experimentar, pero sí somos responsables de hacerlo diferente y salir victoriosos de esa situación agobiante. 


    La vida es una escuela, y aunque ningún ser humano tiene que ser maltratado o abusado, siempre se verán episodios que marcarán nuestra vida, como las infidelidades, abusos, peleas, conflictos, problemas, malos entendidos, ataques, violencia doméstica, y un gran etcétera. 


    Finalmente se habla del autoperdón, y aquí sí quiero hacer un stop. El perdonarnos a nosotros mismos por lo que hemos creado y atraído por vibración, es el acto de amor más grande que puede existir. Inconscientemente atraemos situaciones, por como pensamos y sentimos. La energía que emanamos, crea situaciones afines con los personajes perfectos.


    Perdonarse y perdonar a los demás, es una decisión que tomamos, para estar bien con nosotros mismos, porque allí aprendemos a aceptarnos con nuestras virtudes y defectos; y en su defecto, tolerar a los demás como son. ¡Qué difícil! ¿no?, pero vale la pena hacerlo, para crecer. Sino, ¿Qué sentido tiene la vida?


    No nos corresponde a nosotros hacer justicia por lo que el otro nos hace, sino la misma vida. La venganza es una sábana larga pero a la vez estrecha, que sin darnos cuenta nos descubre dejándonos vulnerables a las siguientes experiencias.


Cuando un hombre llamado Pedro le preguntó a Jesús, el Maestro de Maestros, ¿Señor, cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano con las ofensas que me haga? ¿Hasta 7 veces? Jesús le contestó: No te digo hasta 7 veces, sino hasta 70 veces 7.


 La vida misma tiene leyes, que tarde o temprano se hacen valer. Nada puede estar desordenado en el Universo, y cada cosa se pone en su lugar en el tiempo perfecto. Mientras tanto, suelta, fluye, escribe cartas de perdón, sana y sigue adelante, porque la vida es un paso, es corta, es un viaje veloz, pero lo que hagas, hazlo por tu bienestar; del resto se encargará la vida. Confía y piensa en ti. 


Siempre con amor...

Jorge Bechara. 

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